El racismo en el cuidado para la planificación familiar
Esto es lo que todos podemos hacer para romper con este ciclo
Hoy en día en los Estados Unidos vemos como ha resurgido la discusión sobre el problema más antiguo de nuestro país: el racismo. Ya sea al discutir cómo las comunidades de color están siendo demasiado vigiladas por la policía y encarceladas de manera desproporcionada, o el tema de la continua desigualdad económica, está claro que el racismo institucionalizado es un problema imperante en nuestra sociedad. También es una vergüenza para nuestra nación y esta vergüenza nos impide enfrentar el problema de frente.
Nosotros, en la comunidad que se dedica a la planificación familiar, tenemos nuestra propia historia complicada en cuanto al racismo, la cual ha incluido:
La esterilización forzada de mujeres con enfermedades mentales, mujeres pobres, mujeres de color y de las hispanas inmigrantes— que han ocurrido tan recientemente como en la década de los años 1970.
La experimentación sin el consentimiento informado de mujeres puertorriqueñas para el desarrollo de los contraceptivos orales.
La coerción de las mujeres pobres, las cuales en los Estados Unidos son desproporcionalmente mujeres de color, para que utilicen contraceptivos de acción prolongada (LARC) como Norplant y Depo-Provera para poder recibir asistencia social.
Aunque la mayoría de las políticas actuales no están dirigidas intencionalmente a las mujeres pobres ni de color, este legado ha dejado una memoria colectiva que todavía se vive en muchas comunidades. Nuestros pacientes de estas comunidades pueden temer que los programas modernos para la planificación familiar son una forma de genocidio.
La historia vive
Esta memoria colectiva puede explicar por qué, en promedio, las mujeres negras reportan un uso más bajo de anticonceptivos en comparación con las mujeres blancas, y un uso menor de los contraceptivos modernos incluyendo los DIU y los implantes. También esto puede afectar las preferencias de algunas mujeres para evitar los métodos que causen cambios en la menstruación o que requieran una visita con un proveedor de servicios de salud para dejar de usar el método.
No solamente los distintos comportamientos derivan del racismo histórico que impulsan estas diferencias en los resultados en cuanto al cuidado de la salud reproductiva, nosotros también contribuimos por medio de nuestros roles como proveedores de cuidado de salud. A través de nuestro entusiasmo por proveer acceso a los anticonceptivos para las mujeres que nosotros creemos que más lo necesitan, podríamos estar contribuyendo, sin querer, a la continuación del legado del trato desigual en cuanto a la atención, al cuidado y al asesoramiento con respecto a la planificación familiar.
Este es un ejemplo actual. Algunos programas de planificación familiar han comenzado a utilizar el porcentaje de los pacientes que utilizan anticonceptivos que inician LARC como un indicador de la calidad de la atención que reciben. Esto puede parecer una política benigna, hasta desde una perspectiva biomédica es buena, ya que los métodos LARC son los métodos más efectivos. Pero la mayoría de las clínicas de planificación familiar están ubicadas en comunidades con una mayor concentración de mujeres de bajos recursos y de mujeres de color. Esto quiere decir que como proveedores se puede percibir que estamos enfocándonos específicamente en este grupo de mujeres para que utilicen las LARC, y hasta se puede interpretar que las estamos empujando a utilizarlas ya que a nosotros se nos insta a que aumentemos el porciento de la mujeres que comienzan a utilizarlas. Si el incentivo fuera el de brindar asesoramiento anticonceptivo de una manera completamente imparcial y proceder a dar el método que prefiera el paciente, este indicador dejaría otro tipo de percepción.
Los prejuicios inconscientes: tú también los tienes
De hecho, los estudios han demostrado que los proveedores, cuando se les presentan pacientes con distintas combinaciones aparente en cuanto a los niveles de educación, nivel de ingreso y raza o etnia, son más propensos a recomendar el DIU a las mujeres pobres y a las mujeres de color que a las mujeres más ricas y a las mujeres de raza blanca.
Esta realidad de nuestros prejuicios inconscientes puede ser la razón por la cual los estudios demuestran que las mujeres de raza negra tienden a calificar de mala la calidad de la atención que reciben para la planificación familiar. El mismo estudio demuestra que las mujeres negras se siente presionadas por sus proveedores de servicios de salud a usar contraceptivos y otros estudios han demostrado que se han sentido presionadas a limitar su potencial reproductivo.
Cómo romper el ciclo
Si las mujeres no se sienten cómodas cuando reciben el cuidado que proveemos, no buscarán el tipo de cuidado de salud que necesitan, lo que llevará a una continuación de los resultados deficientes en cuanto a la reproducción y a la salud. Por lo tanto, ¿ cómo nosotros, como proveedores, rompemos este círculo vicioso? Logramos romper el ciclo mediante las siguientes tres cosas:
Al conocer y reconocer nuestra historia en cuanto al abuso reproductivo en la planificación familiar. Si bien es doloroso tocar estos temas, sin este tipo de educación nuestros actuales y futuros líderes continuarán cometiendo los mismos errores.
Nunca se debe permitir que una estadística en cuanto a un grupo determine cómo se trata a un paciente individual. Este fenómeno se conoce como la discriminación estadística. Por ejemplo, aunque es cierto que en promedio las mujeres de color tienen tasas más altas de embarazos no planificados y de uso inadecuado de anticonceptivos, no debemos dejar que esos datos interfieran en las interacciones individuales con nuestros pacientes. Esta es la puerta por la cual se cuelan nuestros prejuicios inconscientes y otros estereotipos, y esto evita que podamos brindar una atención centrada en el paciente. El permanecer abierto y tener curiosidad en cuanto a la experiencia individual del paciente nos ayudará a evitar la discriminación estadística.
Debemos aprender de nuestros colegas que trabajan con el tema de la justicia reproductiva: confíe en su paciente. Aunque parezca una decisión que usted no tomaría si estuviese en el lugar del paciente, recuerde que usted no cuenta con toda la información que ella tiene sobre su vida y que ella es la experta en ese tema. Además, debemos recordar que hemos jurado ser proveedores médicos comprensivos, empáticos y solidarios, y que empoderamos a nuestros pacientes a que puedan tomar sus propias decisiones.
Muchos de los proveedores trabajamos en esto por las razones correctas, queremos ser las personas que ayudan a los pacientes a estar saludables y a alcanzar sus objetivos en la vida. Al igual que durante la conversación difícil pero esencial que debemos tener como nación sobre la raza y la equidad, los proveedores de servicios de salud debemos llevar a cabo las mismas reflexiones y conversaciones que aunque sean difíciles son necesarias. Tomemos pues estos pasos para asegurar que durante esta generación nuestros pacientes de color y nuestros pacientes de escasos recursos puedan alcanzar una verdadera igualdad en cuanto a la salud reproductiva.
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