El arte de ser un paciente difícil, lo que también se conoce como sentirse empoderado
Cómo practicar la autodefensa médica para poder recibir el cuidado que necesitas
Cuando tenía veinte años, conocí a un grupo de feministas. Eran fuertes y asertivas, y no aceptaban ninguna mier** de nadie. Eran ruidosas y maravillosa y me dejaron estupefacta. Se parecían bastante a las feministas de las que me advertía mi abuelo. Él odiaba a las feministas. Y estoy bastante segura de que a estas feministas no les hubiese agradado mi abuelo tampoco.
Me enseñaron muchas cosas que nadie me había dicho, como el hecho de que el sexo no era solamente un servicio al hombre sino que podía ser algo súper placentero para mí también, que las otras mujeres no son el enemigo, que la masturbación no es un pecado y que yo era bella así cómo yo era. Estas eran ( y todavía son) un grupo de enseñanzas radicales para una mexicanita gordita que creció yendo a la iglesia en los suburbios.
Una de las lecciones más importantes que me enseñaron fue cómo abogar por mí misma con los médicos. Me informaron sobre algunos antecedentes y por qué son importantes. La historia de la medicina en los Estados Unidos tiene un gran efecto en cómo se les trata a las mujeres cuando van al médico.
Durante muchos siglos, las mujeres habían sido curanderas y las personas que ayudaban a traer a los bebes al mundo eran las parteras. La curación y la medicina eran consideradas un trabajo de las mujeres. Ayudaban con el embarazo y el parto, y con la administración de los remedios a base de plantas medicinales a las personas de su comunidad.
Más tarde, a fines del siglo XIX, los hombres comenzaron a considerar que la industria de la medicina podría proporcionar dinero y se creó un grupo elite de hombres que se comenzaron a dedicar a la medicina profesional. Estas elites de hombres profesionales se empezaron a conocer como los doctores. Se desacreditó la práctica de las curanderas y se consideró que esto era una brujería peligrosa. Sin embargo, las mujeres se morían más en los hospitales al tener sus bebes cuando eran atendidas por estos doctores en los hospitales que cuando las atendían las comadronas tradicionales en sus hogares.
Esta historia vive todavía en la manera en que los médicos tratan a las mujeres pacientes. En un ensayo titulado “Cómo los doctores toman menos en serio el dolor de las mujeres”, publicado en The Atlantic en el año 2015 y en el libro de Leslie Jamison titulado en inglés The Empathy Exams, pude leer cómo se pone en duda a las mujeres en las salas de emergencia cuando le dicen a los doctores que tienen dolores fuertes. Este tipo de dudas no se limitan a las salas de emergencia tampoco, sino que las mujeres enfrentan estas dudas diariamente en las consultas de sus médicos.
Mis amigas feministas me enseñaron algo que se llama “la autodefensa médica”. Aprendí a defenderme, dejé a un lado las actitudes que me habían enseñado mis padres y comencé a exigir el tipo de atención médica que todos merecemos.
A continuación podemos ver las 7 lecciones más importantes sobre el arte de cómo ser un paciente "difícil”, lo que también se conoce como un paciente empoderado:
1. Tú tienes el derecho de terminar una cita médica o un examen si no te sientes cómoda, segura o si te sientes que no te están escuchando.
Esta lección ha sido importante para mí. Cada vez que tengo un nuevo médico, comienzo la cita diciendo: “Hola, me llamo Virgie. Me han educado en cuanto a lo derechos del paciente. Creo en que la salud es para todos los tamaños, lo cual quiere decir que no tengo que perder peso para estar bien. No estoy dispuesta a hablar sobre mi peso durante esta cita y me gustaría que me explicara lo que va a hacer antes de hacerlo. Terminaré con esta cita si no se respetan mis derechos y solicitudes.” Yo sé que esto suena bastante intenso… pero he encontrado que es sumamente efectivo para obtener un cuidado médico excelente.
2. Tú tienes el derecho de que se trate como una igual. Los doctores son personas también, no dioses.
Yo crecí con la idea de que los doctores eran súper-humanos que lo sabían todo, y que los debía escuchar siempre. Los doctores no son súper-humanos. Tienen información especializada y un entrenamiento que los hacen personas que pueden brindar un gran servicio a otras personas, pero no todo lo que dicen es sagrado.
3. Tú tienes el derecho de poder reconocer que los doctores pueden tener prejuicios y que tú puedes exigir que se hagan responsable de esto.
Ya que los doctores son personas normales, tienen sus opiniones y creencias igual que todos. Incluso pueden tener ideas negativas sobre la gordura, ser sexistas, racistas y homofóbicos. Puede que estén en contra de las relaciones sexuales antes del matrimonio ( yo he tenido doctores que me han sugerido que debía parar de tener relaciones sexuales hasta que me casara). Estos prejuicios y estas opiniones no tienen cabida en la salas de examen médicas. Tú te mereces un cuidado médico adecuado y humano, sin importar cuáles hayan sido tus decisiones en la vida. Los doctores no deben estar dando consejos en cuanto a moral durante las citas médicas.
4. Tú tienes el derecho de preguntar.
Siempre, siempre, siempre exige que se te respondan tus preguntas. Si no tienen una respuesta para tus preguntas puedes pedir que te recomienden un recurso para obtener las respuestas que buscas.
5. Tú tienes el derecho de reclamar si sientes que se menosprecian tus preocupaciones.
Yo acabo de hablar con una mujer que fue al médico sabiendo que tenía una infección de garganta (strep throat) pero el doctor le dijo que estaba exagerando. Ella exigió que se le hiciera una prueba de todas maneras y se le hizo. Y ¿adivina qué?, no estaba exagerando sino que tenía strep. Tú conoces tu cuerpo mejor que nadie. Tú eres la que vives en tu cuerpo todos los días.
6. Tú puedes negarte a que te pesen.
Esto es bien importante para mi ya que me considero una persona gorda que cree que la medicina debe ser neutral al peso de las personas. Yo no necesito que me pesen para recibir el tratamiento médico que necesito. El que yo sea gorda no es que tenga una enfermedad.
7. Tú tienes el derecho de pedir los exámenes que tú quieres.
Una de las situaciones más comunes que he escuchado de mis amigas gay es que los doctores les han dicho que no se tienen que hacer los exámenes de enfermedades de transmisión sexual porque que no los necesitan. En primer lugar, las mujeres homosexuales pueden sufrir de una enfermedad de transmisión sexual. En segundo lugar, si tú quieres saber los resultados de un examen tienes el derecho de que se lleve a cabo el examen.
Algunas veces los proveedores de servicios médicos no entienden que puede darte mucho miedo acudir a su oficina para pedir ayuda. Es una situación donde uno se siente vulnerable y si eres parte de una comunidad que tradicionalmente ha sido marginada, puedes temer que se te juzgue o se te trate mal. Tú no tienes que resolver un problema que tú no creaste, pero practicar la autodefensa es una herramienta esencial para la vida (y mejor aún si le enseñas a tus amigas cómo hacer esto también) y no solamente para tu próxima cita médica.
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Virgie Tovar comenzó una campaña con el hashtag #LoseHateNotWeight y es la autora de You Have the Right to Remain Fat (Tú tienes el derecho de quedarte gorda) (de agosto de 2018). En el 2018 la revista Bitch le nombró una de las 50 feministas más influyentes. Cuenta con una maestría en estudios de sexualidad con un enfoque en la intersección entre el peso, la raza y el género, y se le ha mencionado en la prensa en el New York Times, Tech Insider, la BBC, MTV, Al Jazeera y en NPR.
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